La enfermera del pueblo
- Kiara Lino
- 29 nov 2023
- 2 Min. de lectura
En lo más profundo de nuestro Perú, donde la fragilidad del sistema de salud se torna más evidente, emerge la figura de Nelva Paredes, una enfermera de 32 años que ha dedicado más de cinco años de su vida al distrito de Shirac, en la provincia de San Marcos, Cajamarca. Nelva personifica la pasión y el compromiso de aquellos que eligieron el camino de la salud en un entorno desafiante.
Escrito por: Daniel Chavarría Paredes
@danielch_27
Su labor se despliega en la precariedad, donde la escasez de implementos de salud en las zonas más apartadas del país se hace palpable. Nelva, como enfermera comunitaria, lidera el esfuerzo de movilizar las postas cercanas hacia los lugares más remotos.
Sin embargo, se enfrenta a la carencia de transporte; todo lo realiza a pie, caminando entre 3 y 4 horas, de pueblo en pueblo, en busca de familias necesitadas de atención médica, ya sea para vacunas, controles de lactancia o seguimiento de bebés.
La realidad no es fácil para Nelva, pero su determinación se hace evidente cuando cuenta que, para agilizar su labor, invirtió parte de su propio dinero en una pequeña moto. Este vehículo le permite desplazarse con mayor rapidez y menos esfuerzo, un testimonio tangible de su compromiso con la comunidad.
La dificultad no es exclusiva de Nelva; muchas enfermeras en diversos lugares enfrentan desafíos similares. Aunque espera mejoras en el futuro, Nelva se siente satisfecha de contribuir a su comunidad. Desde su infancia, fue testigo de los problemas locales, lo que la impulsó a elegir la enfermería como forma de llegar a quienes más lo necesitan.
Nelva no es solo una enfermera; es una madre de dos pequeñas niñas. Su esposo también comparte su profesión, ambos trabajando en distintas zonas, pero con un propósito común. La felicidad de sus hijas ante la labor que realiza se mezcla con las cargas y dificultades que Nelva enfrenta diariamente.
Una de las complicaciones más notorias es la dificultad para encontrar alguien que cuide a sus hijas mientras cumple con su labor. La lejanía de la ciudad complica la búsqueda de ayuda, pero esto no detiene a Nelva en su misión. Aprendió a sobrellevar la distancia con su esposo, quien visita a la familia cada 15 días, aunque a veces las discusiones sobre la distancia se convierten en otra carga para su día a día.
Nelva, la última de 9 hermanos, también se encarga de velar por la salud de su madre, siendo la más cercana geográficamente. Su día sigue un ritmo constante: trabajar en su centro, cuidar de sus hijas y velar por su familia.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Hace tres años, enfrentó la pérdida de la persona que más quería: su padre. Sumida en una profunda depresión, Nelva encontró la fuerza para seguir adelante, cumpliendo con la labor que tanta ama. Su historia es la prueba viva de que la pasión y la dedicación pueden florecer incluso en los terrenos más áridos de la vida.
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