El silencio es la frontera de la verdad
- Kiara Lino
- 29 nov 2023
- 4 Min. de lectura
Jhon Nañez, a sus 52 años, una estatura mediana que casi alcanza el promedio, con cabellos oscuros que contienen destellos plateados, aspecto que muestra el pasar del tiempo que había vivido como periodista.
Escrito por: Benjamín Chávez Aylas
@benjamin_chavez20
Su mirada, profunda y reflexiva, parecía cargar las historias no contadas que albergaba en su mente. Vestía de manera sencilla, a menudo con camisa y jeans holgados, llevando consigo una colonia casual pero distinguida. Su presencia irradiaba la seguridad de quien ha desafiado las complejidades del mundo con valentía. Su rostro, marcado por las líneas de la experiencia, se iluminaba especialmente cuando compartía su pasión por la verdad y la integridad periodística.
En su hogar, Jhon compartía su vida con Tania, su esposa, una mujer de espíritu fuerte con ojos que reflejaban la misma determinación que los suyos. Tania, de cabellos castaños y sonrisa cálida, era la compañera ideal para Jhon. Se conocieron en tiempos difíciles, cuando Tania enviudó, quedando sola con sus dos hijos, Benjamín y Carlos.
La relación entre ambos fue floreciendo en medio de conversaciones y anécdotas, formando un lazo sólido. Tania, maestra de inicial, buscaba moldear mentes y corazones, y su visión de formar seres humanos correctos y verídicos creó un vínculo especial con el periodista.
Benjamín, el hijo mayor de 22 años, heredó la curiosidad y la rebeldía de su padre biológico, quien ya no estaba presente en sus vidas. Optó por estudiar periodismo, sumergiéndose en la búsqueda de su propia voz en medio de las sombras de la información. Carlos, el pequeño de 10 años, observaba con admiración las gestas de su hermano mayor, absorbiendo las lecciones de integridad como una esponja. Benjamín, quien vivió de manera más tormentosa la pérdida de su padre, asumió el papel de paño de lágrimas y apoyo emocional para su madre y hermano menor.
Cuando conoció a Jhon, en calidad de saliente de su madre, experimentó una mezcla de emociones. La figura paterna que había perdido retornaba con una sonrisa y rostro iluminado que veía en su madre. La relación con Jhon se desarrolló armoniosamente, convirtiéndose en un guía en base a sus estudios y en un amigo incondicional.
En los días cotidianos, Benjamín regresaba de la universidad, y las conversaciones se volvían más profundas. Jhon compartía las experiencias de su jornada en Radio PLANICIE, y Benjamín, a su vez, le contaba sobre sus inquietudes y descubrimientos académicos. La mesa se transformaba en un foro de ideas, donde la pasión por la comunicación fluía de generación en generación. Tania, al observar esa conexión entre cada miembro de su familia, se emocionaba. Con una sonrisa, miró a Jhon y le dijo "Gracias". Ante la duda de Jhon, preguntó “¿De qué?”, Tania agradeció por haber llegado a sus vidas y por mostrar ese liderazgo en la familia.
La vida social de Jhon se expandía a los pasillos de Radio PLANICIE, donde sus colegas se transformaban en amigos. Almuerzos compartidos, anécdotas risueñas y discusiones acaloradas conformaban la trama de la amistad en el ámbito laboral. Entre ellos, sobresalía la conexión especial con Ana, una periodista de espíritu libre que compartía la convicción de Jhon por la verdad. Su amistad, más allá de los micrófonos, se convertía en un limbo en medio de las tormentas informativas.
La tensión en Radio PLANICIE llegó sin previo aviso. En un día rutinario, una nota sobre corrupción política desencadenó un conflicto que resonó en cada rincón de la emisora. Las reuniones de emergencia y las discusiones sobre la censura se infiltraban en los pasillos. Jhon, firme en sus convicciones, se encontraba en una encrucijada, debatiendo entre la lealtad a la verdad y la presión de los intereses económicos. 9:00 am. hora punta para comenzar el programa matutino de Jhon, con la información entre las manos y la decisión de mostrarla a sus oyentes, enrumba en la noticia, “Queridos oyentes, espero que hayan tenido un excelente despertar. El día de hoy comenzamos fuerte el día con una noticia remecedora para nuestro País”, dijo Jhon como introducción a su programa.
Después de haber dado la noticia en vivo y directo, llegó una llamada telefónica a los superiores de la radio PLANICE, informando que den de baja el programa emitido ese día, y que emitan una sanción para el locutor. Que por motivo de supuesta información confidencial no se debió mencionar esa nota. Los superiores de Jhon no tuvieron más que hacer que llamarlo y explicar la situación problemática que había causado por su noticia. Jhon consciente de lo que iba a suceder se acerca al despacho de su jefe directo, quien ordenó la suspensión de la emisión del día.
Su jefe directo de Jhon, le explicó sobre la llamada, le dejo en claro de que esa nota no saldrá, que no tiene que preguntar el por qué, simplemente acatar a sus órdenes. Jhon ante esta situación, no pudo hacer más, que aceptar, pero no sin antes de hacer mención de no estar conforme con lo que hace, por más cosas conflicto que se genere, se tiene que mostrar la verdad.
Con su voz opacada por las injusticias del oficio, emitió nuevamente el programa en otro horario, donde por segunda vez dijo la noticia, pero de forma más insignificante y sin mencionar involucrados.
Dentro de él sabia que estaba correcto de mostrar la nota, por otra parte, era consciente que no era la forma en la que quería hacerlo, restringido completamente de mencionar evidencias y mostrar hechos de la información tan valiosa que se desmoronaba entre sus cuerdas vocales.
La verdad para Jhon siempre será un símbolo de lealtad a su profesión. Sin embargo, la realidad es tan oscura que opaca la verdad. Jhon Nañez, casi por culminar sus 52 años, sigue compartiendo con nosotros ese rostro, marcado por las líneas de la experiencia, que especialmente se ilumina cuando comparte su pasión por la verdad y la integridad periodística.
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