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El poder de una sonrisa

  • Foto del escritor: Kiara Lino
    Kiara Lino
  • 29 nov 2023
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar

En un cálido hogar de San Martín de Porres, se puede percibir una carcajada inigualable. Ese tipo de carcajada contagiosa que también te provoca reír. La carcajada que lleva el nombre de Rosa Lino Grados.


Escrito por: Kiara Lino Mejia

@kiarylino

Rosa Lino disfrutando de un día en la playa junto a su nieto.
Rosa Lino disfrutando de un día en la playa junto a su nieto.

La risa más contagiosa entre todos los Lino. Esa carcajada que podía ser escuchada desde afuera de la casa. Una risa única e incomparable que estaba presente en todas las fiestas huachanas.

Aquella risa que tenía el sello de… Rosa Lino.


Su risa siempre estuvo presente en muchas reuniones familiares. Incluso, muchos de sus vecinos y amigos la identificaban más por esa característica.


Ellos recuerdan que al llegar a su casa, alguien abría la puerta y a lo lejos se distinguía la figura recia y robusta de la tía Rosa; su cabello marrón, casi rojizo y corto; sus labios perfectamente pintados de color guinda; sus ojos pequeños; su mirada dulce y su sonrisa cálida.


Cada vez que alguien llegaba a visitarla ella lo alistaba todo, cuidaba cada detalle y preparaba los platillos favoritos de sus sobrinos. Ella se acercaba y recibía a sus invitados con abrazos muy fuertes, pero tiernos. Abrazos que los hacían sentir como en casa.


Así como su carácter dócil y bondadoso es algo muy valorado por quienes la conocen, de igual forma, su sazón es muy notable entre sus familiares y amigos, quienes en ocasiones le pedían que les revele sus secretos para preparar tantos deliciosos potajes. Con una sonrisa ella les decía que todo lo había heredado de su madre, quien también se llamaba como ella.


Pero a Rosa le encantaba compartir su experiencia y enseñó sus mejores recetas y secretos a sus cuñadas, sobrinos y nueras. Ellas aún recuerdan cómo disfrutaban cuando cocinaban entre carcajadas y bromas, con el anhelo de algún día cocinar tan rico como su tía.


La dulce tía, también, era muy conocida por preparar los mejores menús de comida marina en el barrio de Ingeniería en San Martín de Porres.

La mayoría de sus caseros la conocían como “La tía sirenita” por el auténtico sabor marino que tenían los platos que vendía.


Su pequeña carretilla se convirtió en un punto de encuentro para amigos y familias que buscaban disfrutar de los deliciosos sabores marinos, el trato amable, las conversaciones graciosas y de la cálida sonrisa que mostraba Rosa.


Rosa no solo es muy conocida en su barrio de San Martín de Porres, también lo es en algunos distritos de Huacho. Cada vez que podía, iba a pasar los fines de semana a los lugares que le traían buenos recuerdos. Incluso, en algunas oportunidades era invitada de honor en las ceremonias de reconocimiento realizadas para homenajear a su abuela Irene Salvador Grados de Lino, que fue la primera dirigente mártir de las luchas político sociales en el Perú.

Cada vez que Rosita la recordaba, sus ojos se iluminaban y hablaba de ella con mucho orgullo, porque también aspiraba a lograr grandes hazañas en su vida.

Rosa Lino recibiendo el reconocimiento por parte del alcalde de Huacho.   Foto: Municipalidad de Santa María
Rosa Lino recibiendo el reconocimiento por parte del alcalde de Huacho. Foto: Municipalidad de Santa María

Con el tiempo, Rosa se ganó el cariño de quienes la conocían y se convirtió en una figura representativa de la familia Lino Grados. El cariño de todos hacia ella es tan grande que para celebrar su cumpleaños número 75, le realizaron una fiesta sorpresa a lo grande. Ese día, ella estaba tan emocionada que al momento de dar algunas palabras de agradecimiento le brotaron algunas lágrimas de felicidad. "Agradezco a mi familia por mostrarme todo su amor y apoyo, me siento tan afortunada de tenerlos aquí. Lo único que deseo es que siempre disfrutemos de momentos especiales y que hoy se diviertan hasta las últimas consecuencias. Muchas gracias", dijo Rosa y lanzó una carcajada que provocó que todos los presentes se rieran y la aplaudieran.


A lo largo de los años, la querida tía siguió siendo una figura importante y representativa, ella era el corazón que mantenía a la familia unida y funcionando. Con Rosa habían vivido anécdotas únicas, sobre todo le tenían respeto y un profundo amor por su carisma y su sonrisa inigualable.

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